LA REALIDAD DETRÁS DE UN CARRITO
- Quinto "B"
- 25 jul 2019
- 3 Min. de lectura
Elaborado por: Lesly Fernández
Detrás de cada carrito, carpa o puestito hay una persona que fue desempleada de un trabajo remunerado por una entidad pública o privada, una persona que decidió salir a la calle a producir algo para vender, para ganarse la vida y tener ingresos a pesar de su situación. Su carrito, carpa o lo que sea que no es un local con reglamentos, solo el permiso de la persona que vive en la casa de dónde sacan sus conexiones a la electricidad o del dueño del parqueadero donde deciden poner su puesto. A lo largo de mi vida no recuerdo que en las calles haya tal cantidad de vendedores en este caso de comida.
El vendedor informal en general, respalda su trabajo con la idea concreta de que es un desempleado. Según el INEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censo) en Quito durante el 2017, el 66.4% de la población tiene trabajo adecuado y el 5.8% vive el desempleo, entre el porcentaje sobrante vive el trabajo nominado “inadecuado” que subió este año las cifras. Inadecuado es la palabra con la que han descrito la falta de empleo salariado, en alguna entidad pública privada, centros de comercio etc, pero no deja de ser un trabajo. Destinados a ganar menos del salario mínimo (USD 394) y laborar menos de 40 horas semanales.
Después de observar a dos puestitos en la esquina de mi casa me acerque a saludar como casi siempre lo hago al pasar por ahí, pedí una salchipapa de dólar y me puse a conversar con una de las “veci”.
La oriunda de Cayambe, residente en Quito por más de 20 años Josefina Anangono de 45 años con mirada alegre y actitud juvenil, decidió salir cerca de su casa con una pequeña cocineta que le había prestado su exjefa, corto papas y salchichas, y como dice ella “Sali y me parquie en esa esquina hasta la fecha”. La razón fue el desempleo en el mes de noviembre del 2017 de su hija Maritza de 26 años, quien había mantenido su hogar conformado por Josefina, Maritza con su hijo de 2 años Mateo y Manuel de 19 años segundo hijo de Josefina. Ella mantuvo sola a su hogar debido al desempleo de Josefina de un local de comida donde laboraba meses atrás.
Con el tiempo, vender papitas fue el sustento para su familia, un trabajo informal donde lo único que paga es 3 dólares de luz al mes a la persona que vive en la casa donde ella vende, asegura que busco trabajo en más de 20 establecimientos de todo tipo, pero en ninguna le llamaron, ella asegura que es por su edad.
Llegan las 7 de la noche y frente al Hospital “Enrique Garcés”. Ana Urbano junto a su marido salen con su carrito, el cual cuenta con una freidora, la compró tiempo después de quedar desempleada. Ella empezó dicho negocio quemándose con el aceite, con el café, con muchos y pocos clientes. Lleva algunos años en casada con su pareja, al que conoció en su antiguo trabajo haciendo y vendiendo empanadas, bolones y corviches. Ellos vendían afuera de centros comerciales por las noches, pero al no contar con los permisos autónomos necesarios tenían que desalojar el lugar.
La pareja es muy conocida en el barrio, especialmente por las personas que trabajan en el hospital, puesto que, ellos se quedan hasta altas horas de la noche y el personal por lo general suelen comprar a esa hora. Ahora ellos se encuentran tramitando sus respectivos papeles para evitar problemas, porque aunque los vecinos los conozcan no pierden el miedo de tener problemas con las autoridades.
Perseguidos cual prófugos, haciendo de la calle su trabajo, haciendo de ellos mismos sus propios jefes. Esto es un poco de lo que es la vida de un comerciante informal, del que sale temprano y llega en la noche a ver a sus hijos, pero con la pequeña satisfacción que ya tienen para el diario. Aquellos que no pueden ser empleados por distintas razones, pero siguen dignificándose con su carrito, su carpa, su herramienta de trabajo donde son jefes de ellos mismos, de sus horas, de su atención, de la calidad de lo que venden. . En estas líneas traté de plasmar las vivencias de un vendedor ambulante, habrá muchas más líneas que escribir al hablar de muchos más tipos de vendedores informales, de aquellos que no son de aquí ni de allá, no son ni del empleo ni del desempleo, son de lo inadecuado, del trabajo que no está en orden, no está dentro de lo establecido, pero que esta, que existe y que se nota al salir a la calle.
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